Perú inolvidable: De Lima a Machu Picchu, ida y vuelta

De vuelta a Lima, me encontré en el aeropuerto con unos amigos españoles que venían a unirse a la expedición para continuar el viaje para descubrir el mundo de los Incas. En el aeropuerto hicimos coincidir todos nuestros vuelos y un taxista de parte del hotel nos vino a recoger. El precio era igual que si lo hubiéramos cogido desde el aeropuerto por nuestra cuenta, pero más seguro. El hotel en el que nos quedamos fue el Miraflores Guesthouse (88 dólares por 4 persons, dos noches, unos 12 dólares por persona y noche en habitación doble), buen hotel para el precio. La zona de Miraflores es una de las zonas más “cool” de la ciudad: tranquila, moderna, cuidada y divertida, ¡una de las zonas más recomendadas de Lima! Algunas visitas importantes por la zona como el Parque del Amor y el centro comercial Larcomar, para aquellos que queráis ver la pijería de la ciudad desfilando. Todos los restaurantes allí algo caros, pero de buena calidad. Yo comí en uno que se llama Popular, buenas vistas y comida decente a precios europeos. Muy conocido en este centro comercial La sangucheria La lucha, con sus sanwiches de chancho al cilindro.

Al día siguiente visitamos el Convento de Santo Domingo y la Basílica de San Francisco, ambos ejemplos muy claros de construcciones coloniales, con elementos de España y de Hispanoamérica mezclados. Destacan sus azulejos impresionantes,  y en el convento, destaca la torre, con unas estupendas vistas de la ciudad.

El centro de la Lima antigua es muy cuco, bien merece la pena un buen paseo por sus plazas, sus conventos y sus restaurantes. ¡Cómete una crema volteada antes de salir de alí, que después a lo largo del viaje no podrás!

Crema volteada

Crema voltada

Al día siguiente, con la fresca, comenzamos nuestro viaje hacia el sur del país. Recogimos nuestros coche en Budget de Miraflores, donde nos atendió Alison, ¡una grande de Perú! Nos reservó el coche (unos 1300 dólares por 11 días con seguro a todo riesgo, la opción más barata y segura de las que vimos en el país), nos dio algunos puntos sobre cómo conducir y cómo manejarnos por las carreteras del país, Salimos dirección Ica, nuestra primera parada: Huacachina. Para ello, nos quedamos en el Hostel Ica Adventures 2 (28 dólares la noche en una habitación, cuatro personas con un buen desayuno incluido). Con el mismo hotel habíamos contratado por teléfono y por adelantado el paseo en bugys por el desierto. Una gran experiencia que sin duda merece la pena. Adrenalina a tope, surfeando las dunas del desierto e intentando sobrevivir a las locuras de nuestro conductor. Para esto, sacas mejor precio si lo contratas directamente en Huacachina: en el hotel 50 soles por persona, en el oasis hasta por 30 nos lo ofrecieron, pero lo importante es que disfrutes de la experiencia. El hotel tiene un roof bar donde puedes tomarte tus cervezas y combinados mientras echas un futbolín y un billar, a buen precio y con buen rollito. Además te regalan una consumición al hacer el check in.

Al día siguiente queríamos salir pronto por la mañana, pero tuvimos un problema con el coche y nos toco pasar todo el día en Ica. El tema de aqluilar un coche en Perú es complicado desde muchos puntos de vista:

  1. El precio: es muy caro porque la siniestralidad es muy alta. No es caro el alquiler, es caro el seguro a todo riesgo y como yo ya aprendí que cuando alquiles un coche siempre debes tener el seguro a todo riesgo…. No me movía de Lima sin mi full cover.
  2. Las carreteras: son carreteras, literalmente, mortales. Muere mucha gente al cabo del año por accidentes de tráfico, porque el firme está en mal estado, hay poco mantenimiento en general y la conducción a veces se hace muy complicada.
  3. Las averías: con el firme en ese estado, os podéis imaginar que sufren mucho las direcciones y demás. Pues si se estropea el coche te tienen que traer uno de Lima. Independientemente de dónde estés, te lo traen de Lima (o eso nos dijeron).

Pues estuvimos esperando todo el día hasta que nos trajeron el coche desde Lima… La verdad es que Budget se portó bien durante todo el alquiler, pero el país es el que es. Dejamos el coche aparcado y nos decidimos a hacer algo en Ica. Nos ofrecieron “La Ruta del Pisco”, y dijimos… venga!! Mala decisión… La ruta del pisco es una estupidez hecha para turistas. Visitas bodegas de pisco y te explican la historia. Es como el tema de las cazuelas en España, solo quieren venderte el pisco y listo. ¡No os gastéis el dinero en eso! 🙂

Por la tarde, por fin pudimos salir hacia Nazca, la siguiente parada en nuestro viaje. Llegamos al hotel Yemaya (sin pena ni gloria… habitaciones salvables pero con personal muy simpático), donde nos ayudaron a todo. Llegamos como a las 00.00 y ellos nos contrataron los vuelos sobre las líneas de Nazca. Desayuno estupendo en la terraza del hotel, con vistas sobre los tejados de la ciudad. nos dijeron que entraríamos en el turno de las 14.00, así que desayunamos tranquilamente a las 08.00 para no tener problemas de mareos y demás. Finalmente nos llamaron para que fuéramos antes, así que… ¡Ahí empezaron nuestros problemas! jejeje Como éramos 4 pesos pesados (sobre todo el que os escribe) pues no pudimos montar todos juntos, nos tuvieron que ir repartiendo con diferentes asiáticos tamaño tamagochi que fueron llegando. Eso hizo que tardáramos un poco más en montar de lo esperado, pero también nos ahorramos bastante dinero ya que hasta el hotel, todas las empresas con las que había hablado nos obligaban a pagar dos plazas si pesábamos más de 100 kilos, ¡los gorditos también tenemos derecho a la vida!

Las líneas de Nazca, ¡impresionantes! Si te estás preguntando si vale la pena pagar 100 dólares por subir a una avioneta y morir mareado, la respuesta es sí, merece la pena. Impresionantes. Es cierto que desde el mirador se pueden ver dos de las líneas… Eso ya dependerá de vuestra economía, pero yo (a pesar de salir medio muerto por el mareo) salí contento, y con otro patrimonio de la Humanidad sobre mis espaldas.

Al terminar el vuelo y tras reponernos un poco de los mareos correspondientes, salimos dirección a Arequipa, a donde llegamos a altas horas de la noche. Por el camino comimos ceviche mixto (pulpo y corvina), y ceviche de erizos de mar. Dos de los más ricos que probamos en nuestro viaje.

En Arequipa nos quedamos en el hotel Mandala Rooms and Services (90 dólares, cuatro personas, desayuno y aparcamiento incluido). Gente amable, a poca distancia de la plaza de Armas y la catedral, en definitiva bastante contentos. Arequipa es una ciudad en un enclave histórico y natural impresionante. A lo largo de su historia, y precisamente por ese enclave natural en el que se encuentra, ha sufrido diferentes terremotos de los que se ha ido recuperando gracias al esfuerzo de toda su gente y a su forma ancestral de construir las casas. La forma de los bloques con los que se fabrican los edificios ha ayudado a que muchos de ellos se mantengan en pie hoy en día a pesar de todo. Pasamos un día entero en Arequipa: Plaza de Armas, mercados, catedral, iglesias, etc. El monasterio de Santa Catalina merece una especial atención, enorme y súper bien conservado te da una imagen perfecta de los monasterios de la época colonial. Comimos en el restaurante Sol de Mayo. Un sitio caro para los estándares del país, pero con buen ambiente, música y la comida muy buena. ¡Especialidad de rocotos rellenos exquisitos! Por la noche tuvimos suerte y nos encontramos, de casualidad, con el festival de danzas del mundo, que se desarrollaba ese año en Arequipa y pudimos ver equipos de danza de todo el mundo presentar en el festival parte de su cultura. Fue curioso poder ver un espectáculo de ese tipo sin esperarlo.

Al día siguiente salimos dirección del ansiado Lago Titicaca. Pero antes de llegar allí tuvimos la suerte de poder conducir por la carretera que cruza los Andes y te deja pensar que la entrada a los Andes es la entrada a un mundo aparte donde el tiempo y el espacio que conocías han desaparecido, y estás conduciendo por un altiplano atemporal. Allí se mezcla lo real y lo extraordinario, la leyenda y lo tangible para dejar volar tu imaginación y dejar que tu vista se deleite como no lo había hecho hasta entonces en su vida. El paisaje del altiplano de los Andes supuso, sin duda, uno de los mayores atractivos del viaje. Una sorpresa deslumbrante que nos dejó a todos absortos. Vimos alpacas, llamas, montañas, lagos, etc. he de reconocer que aquí sí, disfrutamos mucho mucho de tener coche y poder pararnos donde nos diera la gana mirar, tocar, respirar, etc.  Si vais, no dudéis en hacer esta parte del viaje de día, ¡vais a disfrutar mucho mucho!

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Lago en la altiplanicie andina

 Llegamos a nuestro hotel anocheciendo. Atravesamos Puno (una ciudad bastante fea y sucia, por cierto), y nos digimos hacia Llachón, pueblo pequeñito a la orilla del Titicaca donde habíamos reservado en el hospedaje y restaurante Saywa. Este hospedaje lo lleva una familia, y te hace una pequeña inmersión en la vida tradicional de los pueblos alrededor del lago. El alojamiento está en un lugar estupendo, lo tienen muy cuidado y completito. Dada la fecha en la que nosotros fuimos (agosto) hacia bastante frío, y las casas no están preparadas con calefacción, así que si vas a este tipo de hospedajes, tenlo claro: ¡Vas a pasar frío! Las dos noches que pasamos allí nos costaron para las cuatro personas, en dos habitaciones dobles, con desayuno incluido y tes de coca a destajo (supernecesarios a esa altura) 100 dólares. También le encargamos las dos cenas (que pagamos a parte) y las visitas a las islas del día siguiente en barca. Todos los precios nos parecieron razonables.

A la mañana siguiente nos levantamos prontito porque queríamos visitar las islas flotantes de los Uros y Taquile, una de las islas del lago. Visitamos en primer lugar esta última que nos encantó. Una isla donde, a pesar de ver los estragos que ha hecho el turismo en muchos de sus habitantes, puedes comprobar como a veces el tiempo, en algunos lugares, se detiene y todo pasa a un ritmo mucho más tranquilo. Para llegar al pueblo, depende del lado de la isla donde te deje el barco, subes un millón de escaleras o una cuesta sostenida durante aproximadamente 45 minutos (difíciles, dada la altura a la que se encuentra). Por el camino vas encontrando gente que te quiere vender su trabajo de una mañana. Mi recomendación es que tengas en cuenta que los precios allí son más alto, y si quieres comprar algo, ¡no lo des todo! El pueblo es bonito y se alarga por toda la cima de la isla, hay restaurantitos donde puedes comer pescado fresco no, lo siguiente, con unas vistas increíbles.

Después de comer nos volvimos al barco que nos llevó al poblado de los Uros. Son gente que viven en islas que ellos mismos se fabricam siguiendo procesos ancestrales (remozados actualmente por botellas de plástico patrocinadas por diferentes refrescos). Cazan, pescan, tejen, viven y sobreviven sobre esas islas. En la actualidad sobreviven como atractivo turístico, pero tienen una historia importante e imponente. ¡No puedes irte de allí sin ver esto!

La mañana siguiente salimos en dirección a la última parte de nuestro viaje, El Valle Sagrado de los Incas. No sin antes ver uno de los amaneceres más imponentes el mundo. ¡Sin palabras!

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Amanecer en el Lago Titicaca

Cuzco nos esperaba, y cada vez estábamos más cerca de pisar el Machupichu. Nos quedamos de nuevo embobados con la altiplanicie andina, siguiendo esta vez el trazado de las vías de tren que unen Titicaca con Cuzco. Seguimos disfrutando de pequeños pueblos y lagos en los que pudimos ir parando a lo largo de nuestro viaje en coche. A media tarde llegábamos a Cuzco, encontramos nuestro hotel Departamentos Santa Ana con algo de dificultad puesto que Cuzco, lejos de la magia de los mayas, es una urbe que intenta modernizarse pero que le está costando, y los servicios no son todo lo accesible que debieran. En Cuzco los hoteles son algo más caros y pagamos unos 60 dólares por noche, sin desayuno, por un apartamento para los cuatro. El hotel estaba bien situado, cerca de la Plaza de Armas, unos 15 minutos a pie aproximadamente. Cuzco es una ciudad que tuvo que tener un explendor impresionante en el pasado. En la actualidad mantiene el aire de los Incas, pero transformado en una Lloret del Mar de Perú donde todo el mundo por la calle quiere que entres en su bar a emborracharte y de fiesta. Supongo que los lugareños se adaptan a las necesidades de los turistas. Aquellos de la comitiva que estábamos más mayores nos retiramos pronto a descansar para, pronto por la mañana, poder levantarnos a visitar la ciudad. ¡Pero me consta que otros dejaron el pabellón bien alto! 🙂

La Plaza de Armas de Cuzco es preciosa, coronada por una catedral, una iglesia y unas maravillosas vistas. La ciudad está plagada de cositas interesantes que hay que ver. El Camino del Inca atraviesa la misma ciudad, lo cruza de arriba a abajo, mostrando las sendas por donde antaño transitaban los chasquis, los mensajeros incas que llevaban mensajes cifrados hechos con la máquina enigma del momento. La ciudad está en cuesta y como tal, es un ejercicio desde el minuto uno. Los que nos habíamos levantado desayunamos en un bar cerca de la plaza y subimos hasta los barrios altos de la ciudad (que en todas las ciudades suelen ser los más divertidos) para ver qué encontrábamos. Disfrutamos de un buen zumo y de quesos de la zona en el mercado de la ciudad, a precios de peruanos. Bajamos y seguimos devorando una ciudad que da mucho de sí, tanto si quieres cositas rollo europeo, como si quieres seguir descubriendo un poco más la cultura del país.

Dos de la expedición, sin duda alguna los más valientes y aguerridos, decidimos hacer una escapada nocturna al Parque Nacional de Manu. Tras horas y horas de viaje por aquellas ¿carreteras/caminos/sendas? Nuestra escapada no terminó como deseábamos, ¡pero no se puede decir que no lo intentamos!

Volvimos a Cuzco, recogimos a los compañeros y nos fuimos todos juntos a ver las ruinas de Sacsaywaman, un sitio mágico que tenéis que ver. Las paredes allí te hacen sentirte muy pequeñito. Tras quedarnos anodadados con lo que puede hacer el ser humano, seguimos nuestro camino después hacia Ollataytambo, donde íbamos a pasar la noche antes de subir al Machu Picchu. De camino paramos en las minas de sal de Maras. Vistas desde arriba impresionan casi tanto como el camino que hay que hacer hasta llegar a ellas. Es una parada importante en el camino hacia Ollataytambo que no deberíais perderos, pero para verlas desde arriba. Entrar en el recinto no te aporta nada más que perder el dinero que tienes que pagar por verlas, y el tiempo que inviertes en bajar por aquellas empedradaas cuestas.

Ollataytambo dista mucho de ser solo un simple primer paso para visitar Machu Picchu. Es una ciudad con un ambiente mágico, plagada de ruinas que visitar y de cosas que hacer. La Plaza de Armas es muy bonita, puedes tomarte un cervecita en una terraza y estar tranquilamente viendo pasar las horas. A pesar de ser una ciudad súper turística, permite todavía al viajero esa tranquilidad necesaria para saborear lo que ves y lo que está por venir, para hacer una recapitulación antes de caer en manos de la ciudad más sagrada de los incas y cumplir sueños preadolescentes. Nos quedamos en el hotel Las Portadas. Pagamos unos 10 dólares por persona en habitación de cuatro, sin desayuno pero con parking gratuito (ni falta que nos hacía el desayuno a las horas que íbamos a ir a Machu Picchu). Estuvimos una tarde entera visitando las ruinas del templo del Sol (realmente conmovedoras), cenamos (Restaurante Apu Verónica, caro pero con buena comida), y nos fuimos pronto a dormir.

El viaje a Machu Picchu comenzaba pronto. Habíamos reservado los billetes de tren y las entradas al recinto 2 meses antes. Normalmente las entradas y los trenes se terminan pronto (al menos los que no necesitas el sueldo de un mes para pagarlos). Pagamos entre tren (ida y vuelta) y entradas unos 200 euros por cabeza. No hace falta que compréis las entradas en ninguna agencia de viajes, las puedes comprar en la web del Ministerio de Turismo peruano, son más bataras y con venta directa. Las compras online y después las recoges (ambas, tren y entrada) una vez estás ya en Perú, en los correos electrónicos que te envían te dan todas las instrucciones.

Cogimos el tren de ida a las 05.05 de la mañana para estar prontito en la cola de subida de los autobuses. El tren es una experiencia única, transita paralelo al antiguo camino Inca y vas recorriendo poco a poco la distancia que te separa de lo desconocido. Serpenteante, con unas vistas increibles porque son trenes panorámicos, para que no se te escape nada en tu viaje. La única forma de escaparte de la cola de la mañana es que duermas en Aguascalientes. Nosotros lo desechamos porque no queríamos pasarnos una tarde allí sin hacer nada. Realmente no hay nada que hacer en ese pueblo, solo esperar el tren para MP. Hicimos aproximadamente unas dos horas de cola, y subimos en los buses, después de comprar los tickets (12 dólares por persona y trayecto). Nosotros compramos la subida y decidimos bajar andando, ¡todo un acierto!

Tras casi dos horas de espera pudimos subir. teníamos el primer turno de entrada: entras a las 07:00 – 08:00 y en teoría sales a las 12.00, pero nadie te controla la salida con lo que puedes quedarte lo que consideres. De los cuatro que íbamos, dos hicieron la visita con guía y dos la hicimos sin guía. Como eres tú mismo el que lo contratas en la entrada del recinto puedes decidirlo. Mis amigos se unieron a un grupo que ya estaba formándose por no ser suficientes para formar un grupo propio. No sé cuánto les costó, sé que hubo cosas que les gustaron y cosas que no, pero bueno, al final es una visita con guía, depende de lo que te guste a ti. En mi caso yo prefiero ir a mi bola, estudiarme un poco el sitio antes de ir y después, ya dentro, imaginarme la vida, la gente, los edificios, etc.

Así hicimos Puro y yo y nos lo pasamos estupendamente. Aunque parecía que el día iba a estar súper nublado y no íbamos a poder ver nada, decidimos (bueno, decidió Puro, y yo le seguí) subir hasta arriba para tener una vista completa del recinto. Nos dirigimos hacia la antigua entrada del Camino Inca en la ciudad llamada La Puerta del Sol o Intipunku. La caminata hasta allí desde la entrada actual de MP te puede llevar aproximadamente una hora, dependiendo de tu paso, pero definitivamente merece mucho la pena. Subir allí y contemplar las montañas que encierran la ciudad es sin duda una de las cosas más impresionantes de ese viaje. Esas montañas son que mantuvieron la ciudad a salvo de los invasores y de los buscadores de tesoros, y ahora dejan anonadado al visitante que se atreve a llegar hasta allí arriba.

La visita completa a la ciudad te lleva aproximadamente unas tres horas. En realidad podrías estar allí años, observando cada detalle y viendo cada roca, imaginando la vida de los incas, soñando con la ciudad en su máximo explendor… Si no fuera porque hay miles y miles de personas, y porque el calor empieza a apretar pronto podrías quedarte lo que consideres porque nadie te echa, independientemente del turno de entrada que tengas. La bajada hasta Aguascalientes es muy llevadera y entretenida. Sigues un caminito que no tiene pérdida y en el que vas viendo árboles, animalitos, y te cruzas con valientes que se atrevieron a hacer la subida a pie. Eso sí, antes de subir a MP, ya sea andando o en bus, aprovisiónate bien de agua y líquido, fruta, barritas energéticas, etc. que arriba los venden como si fuera oro inca.

Una vez abajo, cogimos el tren de vuelta a Ollataytambo y dejamos atrás lo que a día de hoy parece que fue un sueño. Una vez allí emprendimos nuestro viaje de vuelta a Lima, con la retina llena de cosas bellas, y con la cabeza puesta en el recorrido que nos quedaba por delante. Uno de los cuatro se quedó en Cuzco y se cogió un vuelo a Lima, los otros tres valientes hicimos esa noche todos los kilómetros del mundo hasta Abancay, donde llegamos ya de madrugada. En la ciudad, nos quedamos en el apart – hotel “El Peregrino”, una muy buena opción. Un apartamento para tres personas en el que teníamos dos baños, dos habitaciones, el desayuno incluido (por cierto, muy rico), y el parking por unos 50 dólares los 3. En la ciudad ni paramos, nos despertamos y continuamos nuestro camino dirección a Paracas, donde queríamos visitar las Islas Ballesta. Estuvimos conduciendo todo el día y por la noche llegamos a dormir a Ica. No encontramos sitio en el mismo hotel en el que estuvimos la otra vez, así que pillamos una habitación en el primero que encontramos que pasó sin pena ni gloria (más pena que gloria), pero que nos permitió estar prontito por la mañana en el embarcadero de las Islas Ballesta para hacer la visita a las Islas. Una experiencia muy enriquecedora que sin duda no debes dejar escapar. Son de una belleza única y excepcional, puedes ver pingüínos, lobos de mar y millones de aves de diferente tipo viviendo en total armonía con la naturaleza. Son un paraje protegido de la mano del hombre, por lo que la interacción del ser humano se limita a las barcas que salen del puerto y te llevan hasta allá. Hicimos un viaje con una de las miles de agencias que hay en el puerto (no hace falta que reservéis con antelación, llegáis y os coláis del tirón en la primera barca que salga). Todas tienen el mismo precio, así que no os torturéis mucho, ¡eso es lo que hay!

Después de disfrutar de la belleza salvaje de las Islas, nos fuimos de regreso a Lima… embobados con todo lo que habíamos tenido la suerte de recorrer en esos días “perdidos” por los Andes, playas y desiertos peruanos. Solo nos despertaron de nuestro letargo unos policías que nos querían cobrar un pastón porque llevábamos una luz rota… Al final tuvimos claro que lo que querían era sacarnos el dinero… Para despedirnos de Perú, un toque de realidad… corruptelas hay en todos los lados, incluso en el paraíso…

Devolvimos el coche, con un poco de miedo por un golpeque le habíamos hecho, y después nos fuimos al hotel. La verdad es que la agencia de alquiler esta vez se portó muy bien porque no tuvimos ningún problema, ¡bendito todo riesgo!

Al día siguiente vimos alguna cosilla por la ciudad y a este cura le llegó el final del viaje… Me fui de Perú con pena, pero con un regusto muy bueno. Me llevé en la retina a la gente, los monumentos, la comida y todos los buenos ratos vividos a tope, como tienen que ser.

Espero volver a Perú porque me quedó todo el norte por descubrir, pero de momento me llevo en el bolso todos los Patrimonios de la Humanidad del país, y muchas otras cosas que no cuento por no hacer esto (todavía) más largo. Sin duda alguna tenéis que visitar esta maravilla. La tenéis al alcance de la mano..  está ahí.. esperando que para ser descubierta por los paladares exquisitos.

Buena caza y largas lunas.

Gorila Bonachón.

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Perú inolvidable: Primera parte, de Trujillo a Lima

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Llama que vive estupendamente en el Machupichu

El de Perú es uno de esos viajes que siempre se recuerdan. Es un país que te da todo lo que necesitas para hacer de tu estancia una experiencia imborrable.

Para los españoles es bastante fácil viajar allí porque no necesitamos visados para estancias turísticas de hasta 90 días. No tenemos problemas con el idioma, aunque dependiendo qué partes visitemos, el quechua nos puede dar algún que otro quebradero de cabeza, pero en general todos ponen mucho interés en entenderte y ayudarte.

Mi viaje fue de 25 días, y recorrí el país de arriba a abajo, desde Trujillo hasta el Titicaca, ya sabéis, persiguiendo todos los patrimonios de la humanidad, ¡los vicios son los vicios! En el país hay 12 patrimonios de la humanidad: 8 culturales, 2 naturales y 2 más mixtos. Rezuma cultura allá donde vayas: Las ruinas de Chan Chan, Chavin de Huantar, La ciudad sagrada de Caral, Centro histórico de Lima, las Líneas de Nazca, Centro histórico de Arequipa, Centro histórico de Cuzco y el Camino Inca. A veces la cultura invade la naturaleza o viceversa, como en el caso de la joya del país y una de las maravillas del mundo moderno Machupichu o el Parque Nacional del Río Abiseo, dónde hay más de 300 vestigios de pobladores antiguos. El país también es naturaleza viva, como el Parque Nacional de Huascarán y el Parque Nacional de Manu, ¡no puedes dejar de abrir la boca de asombro (y para probar las especialidades locales) a lo largo de todo el viaje!

Perú, como podéis imaginaros, es un país muy turístico y todo se mueve entorno al turista y a sus necesidades: los hoteles, los transportes, los restaurantes, los monumentos, etc. Hay lugares súper explotados turísticamente y otros en los que estás tú, con tu sombra y poco más. El secreto, desde mi punto de vista, es sacarle el máximo partido que puedas a los sitios súper turísticos, y disfrutar a piñón de aquellos en los que tienes tiempo de imaginarte todo en otra época, de saborear los momentos y los rincones. Empecemos por algunos consejos prácticos que te vendrán muy bien si estás preparando tu viaje a Perú, o si ya estás haciendo las maletas:

1. Los transportes son abundantes, ¡aprovéchalos! Tanto los vuelos internos como los buses entre ciudades son frecuentes, cómodos (casi todos ellos), y bastante asequibles en relación a otros países. Si puedes, evita alquilar un coche, no sale rentable ni económicamente ni por los sobresaltos en la carretera. Es súper caro porque la siniestralidad es muy alta. Pero si te decides por alquilarlo, te valdrá con el carné español y con una tarjeta de crédito. Mi recomendación es que contrates siempre el seguro a todo riesgo, por el bien de tu bolsillo (por experiencia propia). Nosotros para la segunda parte del viaje pagamos en Budget unos 1300 dñolares por 12 días con el seguro a todo riesgo. Nos atendio Alison en a sucursal de Barranco, amable y súper simpática. 😛

2. Los hoteles son de muchos tipos diferentes, busca y elige el que más se acomode a tu presupuesto, ¡hay para todos los bolsillos! Busca hoteles que estén lejos de las carreteras principales o llévate unos buenos tapones… de lo contrario podrás estudiar quechua por las noches, porque dormir… lo que se dice dormir…. ¡nada de nada! Yo no pagué más de 25 dólares ninguna noche.

3. La cocina peruana es una de las más ricas y variadas del mundo, ¡prueba absolutamente todo! Ten en cuenta siempre las recomendaciones sanitarias básicas para todo viaje de estas características. Lo de que congelen el pescado con el que hacen el ceviche sería lo ideal. Tras preguntarlo en los primeros 5 restaurantes y que me miraran mal, decidí encomendarme a la suerte y probar el ceviche en los sitios que parecía tenían mejores condiciones higiénicas. No sé si fue un error o no, pero salvo pequeños episodios pasajeros, mi estómago aguantó bien. ¡Engordé como seis kilos en esos 25 días! Pocos me parecen… Haré un post específico dedicado a la comida peruana, creo que lo merece… 🙂

4. Los peruanos son súper amables, aprovecha cada momento para hablar con cualquiera, ¡todo el mundo tiene algo interesante que contar! Hay mucho espabilado suelto, cómo en todos los países, ten cuidado no te den gato por ceviche de pulpo. 🙂

5. El idioma oficial del país es el español, como todos sabéis, pero si en algún momento os dais cuenta de que están hablando entre ellos y no os enteráis de nada, no penséis que habéis estado demasiadas horas en el bus, es que estarán hablando quechua (sí, sí, no solo es una marca de ropa y utensilios deportivos). Es idioma cooficial en todo el país, pero sobre todo se habla en las regiones montañosas.

6. La moneda del país es el sol y en las fechas de mi viaje te daban entre 3.70 y 4 soles por un euro, dependiendo de dónde cambiaras. Por todo el país encuentras casas de cambio y gente en la calle con un chaleco de aparcacoches que te cambia. Por lo que yo fui preguntando, la diferencia entre las casas de cambio y el señor con el chaleco no es mucha, por lo menos no justifica la inseguridad de un cambio en la calle. Como en todos los países, en el aeropuerto y en los bancos el cambio es peor, procura cambiar lo justo en el aeropuerto para llegar al hotel el primer día. En alojamientos caros, alquiler de coches y demás servicios algo fuera de lo común se trabaja siempre en dólares americanos. Olvídate de tu tarjeta. Aunque en teoría deberías poder pagar con tarjeta española en muchos sitios, la realidad dice lo contrario. Las tarjetas internacionales no son muy bien recibidas en el día a día. Al contrario sí que puedes pagar todo online con ellas: buses, tren, aviones, et.

7. ¡Que no te coja el “soroche”! El mal de altura es uno de los problemas más comunes que tenemos los extranjeros que visitamos Perú. Algunos sitios están muy, muy altos, y los que no estamos acostumbrados a eso lo pasamos mal en algunos momentos. Hay que tener cuidado si no queremos amargarnos el viaje a las primeras de cambio. Mucho té de coca, medicinas contra el mal de altura (soriching, aspirina, etc.), beber mucha agua y no estresarse son las acciones que yo puse en marcha, y no me fue mal del todo.

8. ¡Vacúnate! Si vas a ir a la selva ten cuidado y ponte las vacunas pertinentes que recomiende el Ministerio de Excteriores en su página… ¡No seas weon que los mosquitos son muy perros por allí!
El itinerario

Hice el plan de viaje, como siempre, pensando en ver todos los patrimonios de la humanidad, y al final, me quedó un viaje bastante chulo, variado y lleno de cositas que visitar y comer.

Lima – Trujillo – Huaraz – Barranco – Lima – Tarapoto – Lima – Ica – Nazca – Arequipa – Titicaca – Cuzco – Abancay – Paracas – Lima. Un itinerario de 25 días incluyendo todo lo que quería visitar del país y visitando playa, montaña, desierto, lagos, etc. ¡En definitiva, explotando el país al máximo!
Trujillo y alrededores

Llegué al aeropuerto internacional de Lima y de allí, directamente cogí un vuelo interno a Trujillo. La compañía fue Peruvian Airlines, aviones viejos, pero la atención agradable y te dan un pequeño snack (importante no probar la Inca Cola, jejeje). El billete me costó aproximadamente unos 70 euros y el vuelo nada, un suspiro. Hay muchas compañías de vuelos internos. todas ellas tienen la misma calidad, más o menos, por lo que elige la que mejor te vaya económicamente. Me quedé en el hostal Wanka, 15 dólares la noche. No estaba mal por ubicación y calidad, pero eso sí, como todos los hoteles en Perú, mucho ruido.

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Calles de Trujillo

Trujillo es una ciudad tranquila con edificios coloniales estupendos. Una plaza de armas muy bien conservada y que te da una idea clara de la vida en la ciudad hace 100 años. También es la cuna de una de las civilizaciones más antiguas de Perú, la civilización Chimú. El plato fuerte de esta etapa del viaje eran las ruinas de Chan Chan, que son los restos más amplios y más representativos de dicha civilización. En la actualidad quedan algunos vestigios bastante impresionantes de lo que fuera en otra época una ciudad impresionante, hecha de adobe y hoy en día bastante reconstruida. Desde el centro de la ciudad puedes llegar diferentes formas: taxi (intentarán venderte un pasaje para todo el día, para visitar las diferentes atracciones del lugar, ¡resiste!) o los buses urbanos que van camino de Chiclayo (todos te dejan en la puerta de Chan Chan). Si vas en taxi, el taxi te dejará en la puerta de entrada, si vas en transporte público tendrás que andar como un par de kilómetros hasta la entrada de las ruinas. (https://es.wikipedia.org/wiki/Chan_Chan).

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Ruinas de Chan Chan

En Trujillo también están la Hueca del Dragón (no es nada del otro mundo teniendo en cuenta lo que verás después, si no has cogido el viaje de todo el día, te lo puedes saltar), la Hueca del Sol y de la Luna. La del Sol no está abierta al público. La de la Luna es una auténtica maravilla que tienes que visitar antes de dejar esta parte del país. Es una fortificación hecha de adobe que coronaba la ciudad más importante del imperio Mochica, que se extendía en la explanada existente entre las dos Huacas (del sol y de la luna). Fue expoliada por los españoles cuando anduvimos por allá haciendo de las nuestras, pero en general se ha conservado muy bien, ¡hay que verlo, las pinturas son únicas en todo el país!

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Pinturas de la Huaca de la Luna

Trujillo – Yungay

De Trujillo salí por la tarde noche en un autobús dirección a Yungay, al pie de los Andes peruanos, buscando las aventuras del famoso Lituma de Vargas Llosa. Llegué a Yungay de madrugada como a las 06.00 o así. Destemplado de la noche que pasé y cansado. Tanto que tomé la decisión que no viajaría de noche más en ningún autobús. Los buses son cómodos, pero no deja de ser un sitio en el que un tío como yo (190 cms. y algunos kilos..) se siente incómodo. La compañía se llamaba Movil Tours y me costó el billete 55 soles (12 euros más o menos). Llegué justo a tiempo de desayunar en el mercado por naaa, una sopa calentita y un sandwich (totalmente recomendable). En Yungay me quedé en el hotel Rima Rima, quizá un poco caro para el general del país pero de buena calidad, con gente simpática que hace tu estancia mucho más agradable. 23 dólares la noche, ¡pas mal!

Yungay es una ciudad tranquilita que me valía como inicio de los Andes (también por la altura, unos 2850 metros). En la ciudad misma no hay mucho que ver, el cementerio y poco más. En el cementerio (en uso y funcionando) se pueden ver los restos de un alud de nieve tremendo que hubo tiempo atrás y que terminó con toda la población de la ciudad excepto con algunos niños que se refugiaron precisamente allí, en lo alto del cementerio. Las vistas son impresionantes y la construcción es cuanto menos curiosa. También es muy importante que visitéis el mercado matutino. Una maravilla de colores, sabores, olores y paisanajes de todas las partes de la comarca. No vi nada igual en todo el viaje, lejos del turismo, gente normal, de allí, cercana y amable.

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Señora que se parte la caja de risa – Mercado matutino de Yungay

Esta ciudad merece más de un par de días que es lo que yo le dediqué. Los alrededores están plagados de cosas por hacer, entre ellas la visita de Las lagunas de Llanganuco, una maravilla para los sentidos pero en la que hay que tener un poco de cuidado con el mal de altura. Están a 3.800 metros de altura, así que a los no acostumbrados nos puede dar bastante soroche. Seguir las recomendaciones anteriores. Se llega en minibús desde Yungay (8 soles ida y 8 soles vuelta), lo malo es que a la vuelta debes esperar a que pase de camino un minibus con una plaza… En nuestro caso fueron con 15 minutos. ¡Parece de otro planeta este sitio! Aqui conocí a Javier y Katy, dos grandes que me dieron una vuelta por uno de los pueblos de alrededor Carhuaz, donde comí el mejor helado de Lúcuma de todo el viaje. 🙂 ¡Gracias por lo compartido, chicos!


Yungay – Huaraz

De Yungay a Huaraz hay miles de furgonetillas y minibuses que van y vienen a lo largo de todo el día. Por un par de euros te llevan de una ciudad a otra. Huaraz era el principio de mi viaje a por otro Patrimonio de la Humanidad, Chavín de Huantar. Me quedé en el hotel Universal Huaraz dos noches, 14 dólares la noche con un desayuno buenísimo incluido, ¡toda una ganga! La ciudad tiene cosillas interesantes, pero sobre todo destaca por ser el punto de partida para la Laguna de Querococha y Chavín de Huantar.

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Laguna de Querococha

La laguna, si ya has visto las otras no te va a decir mucho, aunque como normalmente está incluida en los viajes que van a Chavín de Huantar, verás que es diferente de las otras, y dicen que al fondo de la laguna se ve un mapa de Peru sobre las rocas (yo lo intenté, pero no lo vi, ¿estaré perdiendo mi imaginación?).

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El camino hacia Chavín, como todas las carreteras en Perú es peligroso, sinuoso, a ratos asfaltado a ratos no, y bueno… Os pongo una foto para que no lo tengáis que imaginar… pero merece la pena, ¿cuántas veces vas a atravesar los Andes en bus jugándote la vida? jejej Pues si solo es una, ¡disfrútala!

En Chavín de Huantar puedes ver los restos de la ciudad más importante de la civilización chavín. Es como una especie de pirámide truncada mesopotámica. Es curioso cómo se parecen las construcciones de uno y otro lado del mundo, de civilizaciones coetáneas que nunca se vieron ni escucharon hablar unas de otras, ¿eh? ¡Misterios sin resolver de la humanidad! Yo hice el tour con Cruz del sur por 67 soles (entradas no incluidas). Todo más o menos bien, repetiría si volviera a hacerlo. Se puede ir en transporte público, pero tardas más de un día, ¡el tiempo es oro, y el que lo pierde es bobo!

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Huaraz – Barranca

El siguiente trayecto en mi viaje me llevaría de una de las montañas más míticas del mundo, a una de las ciudades más antiguas conocidas. De los Andes, a los pies de la ciudad sagrada de Caral, con más de 5.000 años, es considerada la ciudad más antigua de América. Patrimonio de la Humanidad por el conjunto arquitectónico que esconde y por ser vestigios únicos de la civilización Caral.

Mi salida dirección Barranca fue algo tormentosa.

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No había autobuses grandes (cosa extraña porque hay miles de todos los sitios a todos los sitios en Perú), así que pillé un taxi compartido al que le faltaba la parte de la carrocería de abajo del coche, por lo que por debajo del asiento se podía ver la carretera. Sí, señores, como lo oyen, ¡cerca estábamos de parecer los picapiedra y arrancar con los pies! Entraba muchísimo frío, por lo que tuve que colocar todo lo que llevaba de abrigo (qué bien viene mangar la mantita de los aviones en estos casos) en el culo para no morir congelado. Por suerte o por desgracia el coche se estropeó a mitad de camino, e hicimos dedo para coger un bus compartido que terminara el viaje. De 3 horas que se tardaba inicialmente, tardamos casi 7.

Llegamos a Barranca, dejé las cosas en el hotel (Hotel Wills, 12 dólares, sin pena ni gloria, con mucho ruido porque estaba al lado de la calle principal), y salí escopetado hacia Caral. Fui en transporte público, un minibús que te lleva hasta Supe, y de allí otro que te lleva a Caral pueblo, y después andando por un sendero marcado para tal efecto una media hora. ¡Tened cuidado con los horarios! Caral es inabarcable, tienes que dedicarle unas dos horas. La visita se hace con guías que hay que pagar a parte. Si llegáis y hay algún grupo que tenga uno, os podéis unir pagando la parte correspondiente. Saben mucho y por lo menos el que me tocó a mí disfrutaba mucho compartiéndolo.

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Barranca – Lima

Hay una gran disponibilidad de autobuses entre Barranca y Lima, y se llega relativamente pronto. Tardas lo mismo desde que entras en la ciudad hasta el centro de Lima, que lo que has tardado desde Barranca a la capital. Lima tiene muchos rincones interesantes: Plaza de Armas, conventos, iglesias, etc. Sin duda uno de los conventos más bonitos de Sudamérica es el convento de Santo Domingo, visita recomendada y subida a la torre dura, pero agradecida, ¡las vistas son expectaculares! Destacan en los conventos (tanto en este como en la basílica de San Francisco) los trabajos con azulejos que adornan los patios llegados desde España, de los talleres de Andalucía y Valencia. Las calles, las fachadas de los edificios, las plazas, puedes disfrutar de un rinconcito mágico a cada paso, una ciudad que merece la pena descubrir poco a poco. Te quedes mucho o poco, no te quedes en el Gran Hotel. 11 dólares la noche, y estás pagando 10 más de los que le corresponden, ¡las fotos en Booking no son ni parecidas a la realidad!

Mención especial a uno de los ceviches más ricos que comí en todo mi viaje por tierras peruanas: el ceviche de conchas negras del restaurante Cevichería la Casa de Edith (https://goo.gl/maps/azLNtWcftnq), ¡delicioso!

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Lima – Tarapoto – Río Abiseo – Lima

En mi afán de descubrir todos los Patrimonios de la Unesco del país, decidí que el Río Abiseo se iba a convertir en una de las principale aventuras que iba a tener en el país, y no me equivocaba… Gracias a www.tesorosdelgarnpajaten.com, descubrí las maravillas de la selva peruana. Me apunté a la ruta del Río Abiseo, dos días y una noche. Sin duda una de las mejores decisiones de mi vida porque fue la manera de poder descubrir una parte de Perú a la que si no nunca hubiera llegado. Desde que contacté con ellos por Facebook, la gestión, el trato y el proceso de reserva perfecto. Después, y ya sobre “el agua” Edwin y los chicos hicieron de la ruta una experiencia inolvidable. Me recogieron en Tarapoto prontito por la mañana para hacer la primera parte del camino en coche: Tarapoto – Juanjuí. Después de desyaunar fuertecito (estilo peruano), montamos en una barca y nos dirigimos a lo desconocido. Nos bañamos en cascadas de agua nítidas, saltamos desde varios metros de altura, vimos aves, miles de mariposas de todos los colores, dormimos en una plantación de cacao donde comimos riquísimo, nos enseñaron cuestiones sobre el cultivo de cacao responsable y biológico, probamos el chocolate que se producía con el cacao que cultivaban, descubrimos cómo se trabajaba el cacao y recorrimos el Parque Nacional del Río Abiseo de la mejor manera, desde dentro. Si pasáis por allí, no lo dudeis contactad con Edwin y compañía, ellos os enseñarán encantados su tierra, su gente, su gastonomía y su selva.

En Tarapoto me quedé en el hotel Flor del Valle, súper recomendable desde el punto de vista del precio y la calidad del hotel, sin duda uno de los mejores en los que me quedé en mis 25 días en el país. çTenéis que probar de la gastronomía local el Paiche relleno de cecina….. una delicia que solo se puede saborear en esa zona del país. Después de la aventura, directo al aeropuerto y vuelta a Lima donde había que prepararse para la segunda parte del viaje… ¡Machupichu a la vista!

Gorila Bonachón

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La ruta de la seda de Uzbekistán: entre azul y fuego

Retomo la actividad del blog que he tenido abandonado durante mucho tiempo para terminar el post  que comencé hace ya dos años sobre mi viaje a Uzbekistán. Creo que volver contando este viaje es volver a lo grande, contar uno de mis viajes soñados desde que empecé a interesarme por la historia, desde que tuve conocimiento de la ruta de la seda y de aquellos viajes largos, interminables que permitían el contacto entre culturas tan lejanas como la china y la española. Intercambios comerciales, culturales y sobre todo personales que sin duda alguna gestaron el mundo tal y como es hoy.

La idea del viaje era visitar los cuatro lugares que son Patrimonios de la UNESCO en el país en siete días. Los que me conocéis ya sabéis que es uno de los objetivos de mi vida, ¡recorrer todos los patrimonios de la humanidad del mundo! En esta ocasión los objetivos son: Itchan Kala en la ciudad de Khiva, el centro histórico de la ciudad de Bukhara, el centro histórico de la ciudad de Shakhrisyabz y Samarkanda, ciudad de encrucijadas. Cuatro de los puntos clave de la antigua ruta de la seda, cuatro símbolos de la unión del mundo, historia y antigüedad mires por donde mires.
El viaje comienza difícil. Inocentemente pienso que con comprar el billete, sería fácil conseguir el visado y demás cuestiones relativas al viaje. Efectivamente, para mi compañero de viaje en tierras uzbekas, Carlos, es relativamente fácil conseguirlo en la embajada de Madrid (tardan aproximadamente una semana). Para mí, en cambio, se convierte en una misión casi imposible en la embajada de Moscú. Hasta el punto de que un día antes del viaje todavía no sabía si iba o no a tener mi visado a tiempo. Llamadas no respondidas, emails no contestados, visitas a la embajada infructuosas en busca de información. Todo inútil. Al final, me pido 4 días de vacaciones y me planto en la embajada y claro, entiendo por qué nada de lo anterior funciona. Sin duda alguna es la peor embajada del mundo, o por lo menos no quiero pensar que exista una peor.
Todo ello queda compensado desde que sales del avión, bueno, del aeropuerto. La escena de la declaración de objetos en la aduana y la recogida de la maleta sólo es una constatación de que ese país es representación fiel de su embajada en Moscú, o sea, un desastre absoluto.

Salimos, y a partir de ahí comenzó lo bueno.
Tras dos o tres extraños emails intercambiados con la dirección del hotel Lux (30 euros la noche por habitación doble con desayuno incluido, sin pena ni gloria, los hay bastante mejores por ese precio) no teníamos muy claro si nos iban a ir a recoger o no, pero sorprendentemente allí estaba Boris (un tío enorme, bonachón y tranquilo), que nos hizo una introducción breve pero muy reveladora del país.
Cuestiones muy importantes a tener en cuenta en un viaje a Uzbekistán:
1. Tienes que llevar contigo todo el dinero que tengas pensado gastarte ya que no hay cajeros, ni puedes pagar con tarjeta en casi ningún sitio.

2. El cambio oficial es siempre la mitad de lo que te dan en el mercado negro, que es el que utiliza todo el mundo en el país. Además, este cambio es el que se utiliza para todo, por ejemplo: reservas un hotel en Booking a 50 dólares la noche, pues el cambio es el del mercado negro. El dinero es el mejor negocio del país.

3. Todo se mueve a golpe de mínimo 1000 SUM, hay billetes de 500 pero poquitos y de 5000 también pero no los usan mucho.

4. Hay que moverse en taxi, tanto dentro como fuera de las ciudades. El precio es irrisorio y el servicio es bueno y fiable. Eso sí, ¡negociad mucho!

5. Compraos una tarjeta sim para el móvil, sale súper barata y os va a hacer falta durante todo el viaje porque el internet de hoteles y demás no siempre funciona.

6. Olvidaos de utilizar el inglés o cualquier otra lengua que no sea el ruso o el uzbeko en el país. Todo el mundo controla más o menos el ruso, por lo que necesitaréis algo de ruso para saliros un poco de lo turístico.
Salvado el shock inicial del aeropuerto y el cambio, el mismo Boris nos lleva a dar un paseo nocturno por Samarkanda, que ya nos empieza a engatusar con sus azules elegantes y altivos y esas cúpulas sinuosas y evocadoras.

samarkanda by night

Empiezo a estar seguro de que este va a ser uno de los viajes que recordaré siempre. Son las 4 de la mañana y gracias a nuestro amigo, hemos dejado comprado ya el billete para dos noches después dirección Urgench, destino a 30kms. de Khiva, otra de las reinas de la ruta de la seda (91.000 SUM por persona en segunda clase, compartimento de coche cama para 4 personas). Si has estado en Rusia, podrás ver que los trenes uzbekos son como los viejos trenes rusos, con las mismas clases, los mismos tipos de tren y ¡van a la misma velocidad!
Amanecemos pronto a pesar de la parquedad de la noche. Tenemos ganas de comernos la ciudad, de engullirla poco a poco disfrutando de cada bocado. Empezamos a descubrirla por el mausoleo Aksaray, un sitio encantador pero que queda deslucido al lado de su hermano mayor, el mausoleo de Tamerlán, héroe nacional y que descansa eternamente en un entorno impresionante. Comenzamos con el azul que nos acompañará durante todo el viaje. Un azul profundo, que compite con un cielo limpio y ardiente propio del mes de agosto. La cúpula y la puerta de entrada al mausoleo nos deja atónitos (por cierto, si entráis por detrás no pagáis).

tumba Tamerlan

Este primer sentimiento de pequeñez nos acompañaría durante todo el viaje. Puertas, cúpulas, mezquitas, madrazas y palacios hilados durante los más 2700 años de historia ininterrumpida de la ciudad, que la convierten en una de las ciudades más antiguas siempre habitada. La ciudad alcanzó el apogeo en los siglos XIV y XV con el gobierno de los timúridas, que invirtieron mucho dinero en convertirla en el centro de la ruta de la seda y en urbanizarla y engalanarla.
Tras una primera toma de contacto con la ciudad, decidimos ir directamente al corazón de la antigua Samarkanda. . Entrar en la plaza de Registán es un momento indescriptible. Aunque los policías te lo quieren fastidiar, es difícil que lo consigan. Entras en la plaza y notas como la historia entra por tus venas, como tu cuerpo se traslada a tiempos pasados que seguramente fueron mejores. En todos los monumentos el precio para el turista es el triple que para un uzbeko… Quieres pensar (o te consuelas con pensar) que eso ayudará al mantenimiento de los monumentos en países que, no siempre, tienen la posibilidad de invertir en las maravillas que tienen la suerte de albergar… ¡Así se te pasa un poco el cabreo!

Regestán

La plaza está rodeada por tres escuelas coránicas (madrazas), de diferentes épocas y construidas por diferentes dirigentes. Declarada patrimonio de la humanidad por ser una obra maestra de la arquitectura islámica y por el papel determinante que jugó en el desarrollo social de la historia, política y cultura de Asia Central desde el siglo XIII. En la actualidad, la plaza está muy bien conservada y es la joya de la corona del turismo en Uzbekistán.

Se pueden visitar las 3 madrasas por dentro y por fuera, de hecho se puede subir a uno de los minaretes de una de ellas por un módico precio. Cuando yo estuve había un festival de danzas que parecía muy interesante, aunque no pude conseguir entradas. La plaza estaba tomada por los preparativos del festival por lo que no pude disfrutar de ella todo lo que me hubiera gustado.  Recomendamos también una visita nocturna, la iluminación es perfecta e impresionante.

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En Samarkanda hay que visitar también la mezquita de Bibi Khanum, el complejo Gur i-Emir, y el observatorio de Ulugh-Be, donde podemos ver los vestigios de uno de los observatorios astronómicos más antiguos del mundo (bastante impresionante), el mercado de fruta y verdura de la ciudad y un largo etc. Pero sin duda alguna, uno de los imperdibles de la visita a Samarkanda es el complejo funerario Shah i-Zinda, donde podemos ver una concatenación de tumbas y mausoleos de diferentes miembros de las familias gobernantes y religiosos de la ciudad. Históricamente es impresionante, pero artísticamente no tiene parangón con nada visto por este humilde viajero hasta la actualidad, diferentes tonalidades de azules, cúpulas imposibles, portadas arrebatadoras, arte e historia por doquier. Es una visita más que recomendada, no os podéis ir de la ciudad sin ver esta maravilla.

Tras pasar dos días estupendos en Samarkanda, nos dirigimos a la estación de tren para coger nuestro tren nocturno hacia Urgench, que está a 30kms. de Khiva, nuestro próximo destino. Itchan Kala es la ciudadela del antiguo oasis de Khiva. Aquí es donde paraban todas las caravanas de la ruta de la seda antes de comenzar el camino del desierto rumbo a Irán. Es patrimonio de la humanidad por ser un ejemplo coherente y bien conservado de la civilización perdida de los Khorezm, también por poseer destacables y únicos ejemplos de las construcciones de la arquitectura islámica en la antigua Asia Central.

Nos quedamos en el Arkanchi Hotel (36 euros la noche para habitación doble con desayuno). El hotel bien, sin más. Ningún tipo de lujo, pero limpio, en el centro y con gente simpática en la recepción. Allí mismo te organizan todo tipo de viajes y excursiones por los alrededores de la ciudad, ¡todo lo que necesites! Itchan Kala es pequeña, pero tiene muchos rincones interesantes que visitar. Estuvimos todo un día visitando pequeñas mezquitas (la mezquita Juma es especialmente curiosa por su interior lleno de columnas de madera), museos, mausoleos, tiendecitas, etc. Desde el museo – mezquita Ark Kuhna tienes unas vistas estupendas de la ciudad (recomendable ir al atardecer).

Para comer, en todo el país, el plato principal es el Plov, que es un arroz guisado con carne. Al estilo de la paella española pero de carne de ternera o de cordero, a gusto del cocinero. Es importante deciros que para probar un buen Plov tenéis que ir a comer antes de las 12, puesto que los restaurantes uzbekos de verdad solo abren para comer hasta que se les termina el cacerolo de Plov, después cierran las puertas. Si no les queda arroz es buena señal, si comes Plov más tarde de las 12.00 te arriesgas a comer uno cocinado para los turistas al estilo de la paella mixta en España.

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Desde Khiva, nos dirigimos a Bukhara. Estuvimos mirando autobuses y trenes para ir hasta allí, pero no hay muchos horarios ni disponibilidad por lo que decidimos, finalmente, irnos en taxi. El taxi nos llevó a lo largo de 460 kilómetros de desierto por unos 50 euros, aproximadamente. Merece la pena porque tú decides cómo y dónde parar, y el viaje se hace bastante cómodo. Bukhara es patrimonio de la humanidad por ser el ejemplo más completo de ciudad medieval existente en Asia Central. Realmente es increíble ver lo bien conservada que está la ciudad: las calles, las plazas, las mezquitas y las madrazas son un ejemplo de aguante estoico a lo largo del tiempo. También las restauraciones y construcciones posteriores se han hecho acorde con las exigencias arquitectónicas de las construcciones antiguas por lo que un paseo por la ciudad, enseguida se convierte en un paseo por otra época, ¡casi puedes ver las caravanas paseando contigo por los caravasares y las plazuelitas!

En Bukhara no os podéis perder la tumba de Ismail Samani, la mezquita de Kalyan con el minarete de Kalyon (una pasada, realmente impresionante muestra de arquitectura), Toki Sargaron, que es un antiguo caravasar que se encuentra en un cruce de los antiguos caminos de la ruta de la seda con un pequeño zoco en su interior, y la plaza principal de la ciudad Lyab i-Hauz, con un laguito muy interesante donde se puede cenar o tomar algo, al pie de una mezquita y una madraza majestuosas.

En Bukhara nos alojamos en el hotel Rumi (21 euros la noche la habitación doble con desayuno incluido). Dan cenas a buen precio y muy ricas, pero hay que encargarlas antes. El hotel lo lleva una familia muy simpática que estaba ampliando el establecimiento en el momento en que el nosotros nos alojamos allí. Un sitio tranquilo, a cinco minutos del centro, sencillo, limpio y sin grandes pretensiones, ¡muy recomendable!

En la plaza Lyab i-Hauz fue donde contratamos nuestro taxi para llevarnos a Samarkanda, pasando por Shakhrisyabz. La ciudad es patrimonio de la humanidad por la presencia de varios monumentos que reflejan la grandeza política, cultural y económica del periodo temúrida. Pagamos por todo el recorrido unos 65 euros. Hay algunos buses al día, pero nosotros necesitábamos hacer el viaje en un día, puesto que el día siguiente teníamos que estar en Samarkanda para volver a casa. En Shakhrisyabz merece la pena parar un par de horas, y eso fue justo lo que paramos. El enclave más interesante es Ak- Saray. Aquí podemos encontrar los restos de la puerta de entrada  y algunas paredes y murallas del palacio de la antigüedad. La puerta tuvo que ser enorme porque lo que se puede observar en la actualidad son restos del marco de la puerta, que tienen aproximadamente unos 30 metros de altura. En el momento en el que estuvimos nosotros por allí estaban haciendo obras de mejora y convirtiendo la zona en una zona de recreo con una larga avenida, mezquitas, restaurantes, etc. También se pueden observar algunas mezquitas, madrazas, la tumba y una estatua dedicada a Amir Timur, personaje principal de la ciudad y del país.

El viaje desde Shakhrisyabz a Samarkanda fue precioso, atravesamos montañas altas en mitad del desierto. Las carreteras, en general (y en esta parte en particular), no son muy recomendables, por lo que si estáis pensando alquilar un coche deberíais replanteároslo y pensar en un taxi con conductor. Los atardeceres y amaneceres en el desierto son dignos de ver, recomendables cien por cien en cualquiera de las ciudades de las que hemos hablado.

La última noche en Uzbekistán la pasamos en el hotel B&B Emir (26 euros la noche en habitación doble con desayuno incluido), en el centro de la ciudad. Al contrario del primero en el que estuvimos, este tenía unas camas estupendas y habitaciones bien equipadas. El mánager del alojamiento es un poco “espabilado”, pero a fin de cuentas te resuelve los problemas, que es lo que interesa. Nosotros dedicamos la mañana a hacer las últimas compras y a relajarnos en una de las piscinas de la ciudad.

El viaje por la ruta de la seda de Ubekistán, ha sido sin duda uno de los más bonitos que he hecho. La arquitectura, las ciudades y los diferentes paisajes por los que pasamos nos llevaron en un viaje mental a aquellos caminos de la ruta de la seda que dieron lugar a ríos de tinta en diferentes lenguas y diferentes imperios. Los uzbekos se presentan ante el viajero como un pueblo acogedor, con tradiciones muy arraigadas y que quieren gustar al viajero y mostrarle todo lo que tienen que ofrecer (a pesar de sus consulados).

Gorila Bonachón.

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Sudeste asiático: Vietnam

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Una cocina exquisita gobernada por una magnífica sopa de noodles con cualquier cosa y coronada por esos cangrejos con salsa de tamarindo que tenemos que agradecer al sudor de Don Alberto; un paisanaje de lo más variopinto, con gente cercana y amable que siempre intenta ayudarte con una sonrisa en la boca a pesar de las evidentes dificultades que supone la barrera idiomática (el idioma es como intentar ver los códigos de Mátrix); y un paisaje espectacular que te sorprende a cada recodo del camino. Esto es Vietnam. Sin duda un país que hay que visitar.

Mi viaje comienza en Madrid, escala en Doha y llegada al aeropuerto de Saigón. La primera impresión en el aeropuerto es de desorden generalizado, no es una impresión nueva ni mucho menos, creo que hasta la echaba de menos. 🙂 Inmediatamente me cojo otro vuelo a Da Nang, donde llego muerto por completo y con dolor de estómago. ¿Las compañías aéreas no deberían avisar cuando la comida pica como si fuera el infierno? Parece increible, pero la única comida que me ha sentado mal hasta ahora es la del avión, cosas de viajar en clase turista. 😛

Al día siguiente, intentando superar el jetlag, me levanto crogui, pero me levanto dispuesto a visitar Da Nang, cuya principal cualidad es que está en el medio del país y que te permite acceder a todos los rincones de Vietnam. Tiene también la Marble Mountain (de donde han sacado miles de budas y otros dioses que siembran las proximidades), y la Monkey Mountain, con algunos monos y una págoda interesante. Al día siguiente el Santuario de My Son, que es una pasada en mitad de la selva y muy misterioso,`¡me encanta! Hoi an, es una especie de Brujas a la vietnamita…¡hay casi tantos turistas como mosquitos! Es bonito, pero tampoco para tanto. Para estas dos visitas me alquilo una moto con conductor para todo el día. Muy bien, el señor hablaba inglés e iba parando donde yo le decía, sin problemas, sin prisas.. Además me enseñó algunas cosillas interesantes: cómo se hacen las hojas de arroz, cómo se tejen los trajes de seda, etc. Bien, Da Nang me gusta. 🙂

A la mañana siguiente Hue me espera. Pero me esperó las cuatro horas que tardó el bus en llevarme a través de los 110 kilómetros que separan un sitio de otro. ¡Increible! Pero esto sólo era el primero de los miles de enfrentamientos que tuve con las carreteras vietnamitas. Hue es una ciudad mediana que tiene uno de los patrimonios de la humanidad más interesantes de Vietnam, las tumbas de los reyes de las diferentes dinastías que gobernaron en la zona. Las tumbas son impresionantes, eso sí, hay que seleccionar porque si no, no sales de allí. Las mejores son (que casualidad, las más caras) por orden: La tumba de Tu Duc, Minh Mang y Khai Ding. Cada una de su estilo, y de su época. Así podréis ver un poco de todo. La mejor forma de verlas es una moto o un taxi moto, a elección del consumidor.

De Hue, cogí un avión (por cierto, la compañía aérea nacional funciona perfectamente), y me planté en una hora justa en Hanoi. Capital del país y del caos más profundo. Es una ciudad sin alma, que te engulle y desapareces. Tiene algunos rincones interesantes como la tumba de Ho Chi Minh (al que tienen momificado en un panteón muy a su pesar) y el centro que es muy interesante. Lo mejor de Hanoi es que desde aquí puedes visitar la Bahía de Ha Long, sin lugar a dudas el punto fuerte del turismo en este país, y no sin motivos. Es una bahía impresionante plagada de multitud de rocas con diferentes formas (predominan las fálicas) y donde si tenéis suerte, no como yo, podréis daros un chapuzón y visitar algunas cuevas. ¡Espero que no os llueva! :=)

Después de 3 noches  y cuatro días en Grand Hotel Hanoi (nada que resaltar… la verdad), cogí un avión y me fui a Saigón. En Saigón me esperaba, ya haciendo patria, el gran Jesús Sandoval, hermano y compañero de fechorías. Allí me presentó a otros míticos de la vida: Alberto, Víctor, Diego y otros cuantos que, por decirlo de alguna forma, hicieron de mi estancia en Saigón, inolvidable. Muchas gracias a mis anfitriones en Ho Chi Minh City, sois unos grandes. En Saigón me dediqué durante una semana a salir de marcha y a conocer rincones recónditos de una ciudad canalla donde las haya y que creo que representa la realidad de la sociedad vietnamita, a medio camino entre la tradición y la modernidad. Llena de restaurantes callejeros que me encantan, a pesar de esas sillas enenas donde te torturan mientras comes un buen bo bitet o una exquisita sopa de noodles. Gracias a unos consumados curtidores pude descubrir desde la gastronomia más buena deVietnam hasta los personajes más índescriptibles e inesperados.

Pero después de una semana, dos accidentes (uno de moto y otro de bus) y con todo el dolor de mi corazón (parte de él se quedó allí), había que seguir la aventura. Antes de partir hice una escapada de un día a los túneles de Cu Chi y al templo donde nació el Caodismo, una religión que mezcla, en teoría, lo mejor de todas. A mí, el templo me encantó y los rituales que estaban haciendo en el interior también, me pareció super curioso, algo que hay que ver. Los túneles de Cu Chi son una parada obligatoria, igual que el museo de la guerra de Saigón, para poder entender (si es que eso es posible) los entresijos de la guerra de Vietnam.

Al día siguiente me cojo un tour con la empresa TKN Travel (NO COJÁIS  NUNCA TOURS CON ESTA EMPRESA) que sale de Saigón y me lleva por el Delta del Mekong hasta Chau Doc, la frontera con Camboya. Por el camino recorremos My Tho, Can Tho y algunas págodas y budas repartidos por esas carreteras destroza espaldas y culos. Los paisajes, mercados flotantes, recorridos por la selva acuática y las diferentes visitas estuvieron bien, pero hubieran estado mejor si no las hubiéramos hecho a matacaballo. Paso firme para terminar antes, vete tu a saber por qué razón. Una de las mejores cosas del tour fue que conocí a Eric y a Martin, dos alemanes muy buena gente que, casualidades del destino, hacían el mismo viaje que yo y que se convirtieron en mis compañeros de viaje en la etapa camboyana.

La última mañana en Vietnam comienza en un hotel de mala muerte con un desayuno horrible donde la agencia nos había llevado, el guía no estaba por ningún sitio y el recepcionista del hotel nos mete en tres taxis bicicleta que no nos dice dónde nos van a llevar. Nos dejan en el puerto…. el guía brillando por su ausencia y un tipo que anda por allí nos dice que nos montemos en una barquita de la que salen una familia de ratas y un señor que coge nuestra mochila. Nosotros, los dos alemanes y yo, no entendíamos ni dónde teníamos que ir, ni qué teníamos que hacer…. como media hora después aparece el guía, que ni nos mira, ni nos dirige la palabra ni nos dice nada. Nos hace subir al barquito de las ratas, y el tío arranca…. Nos enseña una comunidad de musulmanes perdida en el río, y el fast boat destino a Camboya nos recoje en mitad del río. A día de hoy sigo sin entender muy bien qué pasó, pero bueno, llegamos a Camboya que era lo importante… ¡Y eso, es otra historia! 🙂 Próximamente en los viajes del Gorila. :=)

Mapa de viaje:

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Tercera Etapa: Noruega (o la sensación de sentirse minúsculo).

Esa sensación es la que empiezas a tener nada más salir de Oslo…

Oslo es una ciudad bastante aburrida, rozando la frialdad. Tiene su encanto, no lo puedo negar, pero cuesta encontrárselo. La primera impresión que tuvimos cuando pisamos Oslo, es que realmente era una ciudad fea, después fuimos cambiando de opinión a medida que avanzaba la última noche en Noruega… pero he empezado la casa por el tejado. ¡Retomemos esa sensación….

Según vas saliendo de la capital y te adentras en la zona de los fiordos, todo empieza a hacerse grande y tú a hacerte pequeño y cada vez todo se hace más y más grande, y más y más bonito… y tú minúsculo.

El camino hacia los fiordos nos enseñó un paisaje hasta ahora desconocido para mí, aguas que reflejan los sueños volando por el cielo, montañas que le rascan la barriga a esos sueños que flotan por allá arriba. Cascadas que corren entre nubes y lagos.

Entre estos paisajes de ensueño discurrieron los 650 km que separaban Oslo, de Flam, nuestro primer destino. En Flam por lo visto hay un tren que recorre parte de las montañas entre agua y luces de colores naturales, pero nosotros no lo pudimos comprobar porque llegaron antes unos 3000 japos que coparon todos los tickets de ese día.. Así que tuvimos que “conformarnos” con ver el primer fiordo en todo su explendor… I cant believe it!!!

De ahí hasta nuestra llegada a Oslo todo fue siempre a mejor… Estuvimos 3 días subiendo glaciares, recorriendo fiordos, soñando con ser pájaros para verlo todo a vista de ágila,  queriendo comprobar lo fría que estaba el agua… pero no había sitios (ni arrestos, todo hay que decirlo…),  deseando que las carreteras noruegas fueran mejores pero que no perdieran su encanto, intentando cuadrar el presupuesto (cosa harto difícil en un país como este…) En fin, estuvimos disfrutando de todo lo que el paisaje nos ofrecía, que era mucho más de lo que nuestras retinas podían retener o de lo que nuestras cámaras podían “atrapar”.

Llegamos a Oslo, con ganas de ver a Mónica y familia y de probar el prometido alce… que no defraudó, de hecho ninguna de las dos cosas ni el alce ni la familia de Mónica, donde fuimos tratados con auténtica cortesía vikinga. Tanto que al día siguiente no nos queríamos ir….

Aquí es donde enlazo con el principio.. Oslo es una ciudad bastante aburrida….

Pero, hoy hace ya cuatro días que abandonamos tierras noruegas, y todavía vemos las fotos y nos quedamos con la boca abierta… Pensamos: “nosotros estuvimos allí” pero, nos parece un sueño… un sueño hecho realidad.

🙂

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Segunda Etapa: Polonia

Mi tercer paso por tierras polacas fue excepcional, en na palabra.

El destino principal como no podía ser otro fue Bialystock, mi ciudad de adopción, donde empecé a ser un poquito polaco y paso obligado de todos mis viajes por el centro de Europa.

A pesar de que Sabina dice que “al lugar donde has sido feliz nunca debes tratar de volver”, y que yo siempre procuro hacerle caso… en este ocasión no lo tuve en cuenta porque sé que siempre que vuelvo a Polonia, a Bialystock, siempre soy feliz. Bialystock es una de estos sitios que te hace plantarte el estrés de cada día, el corre “pa´cá” o vuela “pa´llá”, estoy tranquilo allí, bien, a gusto Y esta vez no fue diferente, claro está.

Llegué, y Joana me esperaba con su sonrisa habitual, esa que tiene siempre desde que la conozco.  Esa que te tranquiliza y que te dice, todo va a ir bien, estás en casa; y después es así como te sientes, en casa.

Esa misma noche mi cuerpo demandaba soplica en vena así que empezamos a darle al vodka,  (que es lo suyo) con buena gente “by the way”. Al día siguiente día de tranquilidad, paseito con una gran “guía” por un lugar recóndito de la ciudad (muchas gracias guapa) y después más fiesta con gente muy grande también. ¿En esta ciudad sólo hay gente grande?

Pasé otros dos días más con mi familia polaca, disfrutando de mi Lidia que está para comérsela y de los amigos que uno va conociendo allá donde va, porque hay gente que merece la pena conocer en todos los sitio (en Polonia la ratio se dispara, jejeje)

El miércoles con la fresca salí hacia Gdansk, con la sensación de que me dejaba muchas cosas por hacer… y echando de menos todo lo que pasó, y lo que no pasó (esa ropa vieja habrá que hacerla sí o sí.. 🙂 Pero con la sensación grata de que volveré pronto por allí, seguro.

Gdansk, me recibió oscura… lloviendo como viene siendo habitual en todos mis viajes últimamente (si sois de algún sitio con problemas de agua, me invitáis una semana y os los soluciono del tirón). Eso, que me recibió oscura, pero me dio una bienvenida acogedora. La gente del hostel, me trató durante toda mi estancia como nunca en ningún hostel… muchas gracias Mamas and Papas hostel.

El norte de Polonia:  Gdansk, Gdonya y Sopot son ciudades muy interesantes, también Hel, también Malbork, merece la pena pararse unos días en ellas y disfrutarlas. Eso sí, espero que tengáis mejor tiempo que yo, jejej. Estos días conocía a una pareja de andaluces mu buena gente con la que seguro habrá que preparar alguna por el sur de España (gracias por todo chicos, fue genial coincidir por allá y será genial seguir conociéndonos). También conocía a Oliver y su padre, dos gallegos – alemanes con los que espero coincidir en algún momento en otro sitio, seguro que lo haremos.

Fueron grandes días los polacos, pa repetir…. ¿Habré sido polaco en alguna reencarnación anterior? Lo que está claro es que quiero serlo en la próxima! 🙂

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Tour de Verano. Primera Etapa: Italia

Llegué a Bérgamo muerto, había pasado cuatro magníficos días por Málaga con montón de gente buena, pero no había dormido mucho… Así que, cuando comencé el “Tour de Verano”, estaba ya cansado… A las 12.30 de la mañana cogí un tren que me llevó de mi Salamanca querida a Madrid donde tenía mi vuelo para encontrarme con mis amigos en Bérgamo. Por fin, después de no sé cuántos años proponiéndolo, nos habíamos decidido a hacernos un viajecito. Habíamos decidido (la verdad, de una manera más fácil de lo que yo me imaginaba) el lugar, la ruta, los hoteles, reservado el coche; todo estaba listo para empezar la aventura.

Me recogieron con el coche y en un abrir y cerrar de ojos estábamos en Venecia, en el camping. Esa noche era un poco especial porque cumplía los 32 años, madre mía.. que rápido se pasa esto de la vida… En mi próxima reencarnación quiero ser un reloj, para poder detener el tiempo cuando merece la pena… Y este viaje ha sido uno de estos en los que dices, que pena no poder detener esto y que podamos seguir viajando.

La noche fue bien, más o menos, celebramos un poco mi cumpleaños y como todos estábamos reventados, pues a dormirla rápidamente. Me fui a dormir contento de estar con mi gente.

El día siguiente fuimos a ver Venecia, ciudad de la que tenía algunos retazos ahí instalados en mis recuerdos de cuando estuve con mi mami hace tiempo, pero que claro, visto desde la perspectiva de un adulto (recordad.. 32 tacos) es totalmente diferente. Ahora, me doy cuenta de la murga que le tuve que dar a mi madre cuando era pequeño porque ahora me lo quería comprar todo, jejeje, así que en aquella época supongo que sería peor, por supuesto. Os recomiendo no visitar nunca Venecia en verano, no tanto por el olor con el que mucha gente nos había amenazado, sino por la marabunta de seres humanos que te impide andar, disfrutar, hablar, incluso a veces ni respirar podíamos. A mí me encanta sentarme en una esquinita e imaginar cómo era todo aquello en la época dorada… pues ni eso pude hacer porque los italianos te tienen prohibido todo aquello que sea gratis, así que me lo tuve que imaginar andando bajo el sol con la consiguiente e imaginable falta de detalles. Imagino que Venecia tuvo épocas de riqueza inconmensurable, épocas señoriales en las que dominó la zona con mano dura. De todo esto quedan resquicios en cada rinconcito que encuentras por la ciudad. Cada callejuela es digna de grabar allí una imagen para el recuerdo. Es una ciudad que invita tanto a ser feliz, que nosotros lo fuimos mucho a pesar de la masa humana que nos asfixiaba.

El día siguiente el equipo se dirigió hacia Verona, donde llegaríamos después de un paso rutilante por la playa donde pudimos darnos un buen baño, refrescarnos, calentarnos, etc. Hubo tiempo para todo y para todos. Después pusimos la dirección del hotel en el GPS (por cierto, que se llama Irina) y nos fuimos a Verona. Donde llegamos con el tiempo justo para ducharnos, cambiarnos y salir a dar una vuelta por esta preciosa ciudad que a mí me encantó en su día y que me ha enloquecido ahora. Tomamos una bebida típica de la zona compuesta de Campari, Biter Kas y no sé que más de cuyo nombre no quiero acordarme que acabó con la paciencia que tiene mi estómago conmigo y estuve toda la noche con el estómago a cuestas. Acabamos de cenar, nos sentamos a tomar unas cervezas en una plaza llena de futuribles Erasmus, rememorando otros tiempos que no tienen por qué ser mejores, y nos dispusimos a buscar una zona para corrernos una juerguecita que ya tocaba. Buscamos y buscamos pero nada encontramos, y dicen que el que hace lo que puede no está obligado a más así que nos dispusimos a dormir en buena hora y ánimo.

A lo largo de la noche sufrí el ataque sin cuartel de una araña que se ensañó tanto con mis piernecillas que al día siguiente parecía que tenían una pubertad difícil: 18 granos en la izquierda, 12 en la derecha y las atacantes huídas fueron el resultado de esa noche de lucha.

Nada mejor para olvidarse uno de las heridas de guerra que observar un paisaje que te deje con la boca abierta sin poder cerrarla en varios días. Esta segunda parte del viaje cuenta la historia de cómo los cinco cracks, nos adentramos en la zona de los lagos del Norte de Italia. Empezamos por el Lago Di Garda, por un pueblecito muy “mono” que se llama Sermione. Esto sólo fue el principio, por la tarde a eso de las seis, llegábamos a el Lago di Como, un lugar idílico (no me extraña que Jorge, como lo llama Luis, haya comprado una casa en estos parajes, el señor Cluny no es tonto, no…). El hostel, bueno, no estaba mal pero era mejorable en muchos aspectos. Nos fuimos a “darnos un homenaje” citando a mi querido Sonso, y nos lo dimos, claro, no hay convicción más fuerte que la determinación de hacer algo. Gnocci a los cuatro formagi… por fin… todavía no había habido ocasión de comerme mi plato favorito de cocina italiana, pero de esa noche no pasó. Después nos fuimos a un pub, que hacía las veces de centro social y como tal, nos echamos una partidita a la pocha que acabó como el Rosario de la Aurora, jejej. Después, Segis nos convenció (¿o no fue él? Jeje) para darnos un baño en el lago a eso de las tres de la mañana: bañarse en pelota picada en el Lago di Como mientras ves las estrellas y montañas reflejadas en el agua del lago… no tiene precio.

Al día siguiente, después de una noche ajetreada nos levantamos pronto y salimos hacia el Lago di Lugano, en la parte Suiza. Aquí hicimos la de Julio Cesar en la Batalla de las Galias pero al revés, él: llegó, vio y venció; nosotros: llegamos, vimos y pringamos. Carísimo todo… eso sí, pero el Lago precioso… Pagar quince euros por “comer” una “hamburguesa” en el Burguer King, tiene un nombre, y se llama robo.

De allí, nos fuimos al Lago Maggiore, impresionante. El más grande de todos pero del que menos disfrutamos, porque la lluvia casi no nos deja salir ni del coche. Pero me queda pendiente para un próximo viaje, si alguno os animáis, ya sabéis. De allí tiramos para Milán donde habíamos reservado un hostel bastante decente a un precio decente también, la entrada fue triunfal con el dueño del hotel, le monté un pollo interesante porque me quería engañar (al final me engañó) y nada, después de descansar un ratillo, nos fuimos a cenar por ahí, cenamos de lujo (nosotros somos de buen comer y beber) y después Calili y Luis se fueron de fiesta y los otros tres nos fuimos a dormir. No creáis que no me apetecía, pero a las siete salía del hotel dirección a Cracovia y después me esperaban siete horas en tren (es desde donde os escribo esto) para darle un abrazo a Joana.

En Milán dejé al equipo, pero por lo que sé no se lo están pasando mal….siguen con los homenajes, con los esguinces cervicales, viendo tres de cada seis monumentos y siguen dándolo todo, que al final es de lo que se trata. Muchas gracias chicos, han sido unos días geniales, ¡que grandes somos!

Próximo destino ¿Vilnius?

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China y Taiwan… o el arte de dormirse en cualquier sitio…

Sí señores, sí…

Polítiamente seguro que Taiwan y China son muy diferentes pero hay algo que desde tiempos muy remotos ha “unido” a los dos países… y no es el kung fu, o el baile tradicional; ni siquiera la forma de coger los palillos o como fríen el arroz… ¡no!

Es el noble arte de “Me duermo donde me apetezca porque sí, porque yo lo valgo”. Es un arte con el que empecé a tener contacto en China, en Peking más concretamente en la ciudad prohibida. Detrás de una pared (construida ahí en medio de la nada…) había un señor tumbado encima de una piedra, durmiendo. Esto podría sonar normal, más o menos. Poco después, una segunda señora, estaba durmiendo como si se tratara de un lagarto, arrodillada delante de una fuente. Evidentemente parecia que se había quedado dormida bebiendo agua, ¡ increible!

Después mis sospechas quedaron confirmadas. P aso por una tienda, y en el escaparate dos chinos durmiendo; si señores, y puedo asegurar, que no eran maniquíes del local en concreto. Personas durmiendo en cualquier sitio y en cualquier momento, como les viene en gana: en la oficina, en los restaurantes, en los parques, etc.

Pero en Taiwan, también. Cualquier sitio es bueno para dormir… ¿Cómo se pueden quedar dormidos de pie en el metro? jejej Es inexplicable…. madre mía.

En fin, mi paso por Taiwan, está siendo de lo más gratificante, y he podido ver cómo están ambos países a años luz uno de otro. No ya a nivel económico o social, si no también a nivel cultural, de enseñanza de idiomas (algunos saben un poquito de inglés…. que es más del o que pude comprobar en Beijing

Yo he desarrollado el noble arte de comer con palillos y ahora parece que mis camisetas no son las que sufren de estos intentos (porque al principio iba con todas las camisetas regadas por diferentes salsas), mi “sensei” Jesus me ha permitido upgrade mi nivel palillil, y tengo mis propios palillos desmontables… El Jesús no sabe lo que ha hecho, ahora siempre con mis palillos de “friki: arroz, tallarines, etc… hasta una sopa… jejejej 🙂

¿Cómo puede ser que pidas lo que pidas para comer esté bueno? siempre, menos hoy he probado una cosa super amarga…. Es increible… sin palabras… 🙂

En fin…. en Taiwan hago una vida más de barrio, conociendo cosillas cada día más… que Jesús es el crack totalllll de estoooooooo!!

Hoy he visto un panda… jejeje en el FB tenéis las fotos 🙂

¡Que país! ¡que grande!! 🙂

Górila bonachon!

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¿Es Nueva York la ciudad de los rascacielos?…..

Ni de coña… La ciudad de los rascacielos es Shangai… sin lugar a dudas. Cuando ves el mundo a tus pies desde 500 metros de altura (el equivalente a 101 pisos)  sólo puedes pensar que tú eres una minucia, un resto de comida que se ha quedado entre los dientes del mundo. Todo es tan pequeño allá abajo, o por lo menos se ve tan minúsculo desde elpiso 101… Además, miras alrededor y flipas más porque este tiene 500 metros, pero hay otros 20 rascacielos que le rascan la comisura de los labios de cerca… Allí arriba solo piensas… que si hay Dios… debería mandarle un mail a la administración del edificio y que bajen el precio, porque madre mí ¡¡¡que hachazoooooo!!!

Shangai asusta a primera vista, es todo tan grande, tan inabarcable, tan inmenso que es difícil imaginártelo antes de llegar. Nunca hubiera pensado que me podía encontrar una ciudad en China de las características de Shangai…

El primer día, quedé con mi colega Carlos en el centro de la ciudad, donde él vive.  Me mandó un sms en chino con un cruce de dos calles donde me tenía que llevar el taxista, se lo enseñé y después de pelearme con él por el precio, me dejó en  un cruce coronado por cuatro rascacielos, así pa empezar. Me bajé, miré hacia arriba y era la misma sensación de frío que sentí  en New York cuando paseaba por la calle del Skyline.

Toda la ciudad está salpicada de edificios de enormes, es como una ensalada enorme de rascacielos salpicada de algunos pequeños tomatitos de cultura china. Como por ejemplo el jardín Yu, una auténtica maravilla, una joya de la arquitetura china (os pongo una fotito ya que no puedo usar el Facebook en China, por lo menos os adelanto una). Allí te sientes en el siglo XIII, solo te falta el sombrero ese en forma de cono y un carromato tirado por un burro… Pero sales de allí y de nuevo, más edificios… aunque carromatos también hay, jejej.

Ayer por la noche fui a ver el Circo de Shangai con Carlos, no tenía ni idea de que se pudieran hacer esas cosas con un cuerpo humano. ¡No me extraña que ganen siempre las olimpiadas de gimnasia, jejej, si esta gente esta en el circo, los profesionales tienen que ser la caña. Me encantó, por seguir la dinámica del viaje.

A ver qué aventuras nos trae el día de hoy… que promete … prometee… jejejej A desayunar!!! 🙂

 

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¿Pensando en montar un negocio de fotodepilación en China?

Pues ese sería señores y señoras el peor negocio de la historia… sin ninguna duda.

Y yo me pregunto, ¿por qué los chinos no tienen pelo en ninguna parte (de las que yo haya podido ver hasta ahora)?

Es curioso, no dejo de sorprenderme de cada cosa que veo en este país, por eso creo que me está gustando tanto este país. La sociedad china es una sociedad increíble, ordenada (con su propio orden, claro está), con mucha tradición y mucha historia. Me sorprende todo, muchos tópicos se mantienen. ¿Habéis probado a pedirle a un chino que te saque una foto? Es la típica foto esa que cualquier persona te saca así sin pensarlo mucho, tú te colocas… y la persona en cuestión le da al botón, y listo. Una operación que normalmente no duraría más de un minuto con otra persona, con un chino se convierte en una larga historia. El otro día, me fui a ver la ciudad olímpica (por cierto, mi querida Salamanca cabe enterita dentro, con barrios urbanizaciones y zonas circundantes incluidas), entonces se me ocurrió la idea de pedirle a un viandante cualquiera que si hacía el favor de sacarme una foto, ahí comenzó la odisea, pedírselo… menos mal que algunos gestos no tienen equivocación. El señor en cuestión era muy amable y simpático, como todos los chinos; porque eso es una cosa que me está sorprendiendo gratamente, son super acogedores, te ayudan, te llevan a los sitios incluso, te indican y siempre sonríen… cosa que deberíamos hacer más en España. En fin, el señor me coloca (me coge y me mueve el mismo porque evidentemente la típica expresión de un poco más a la derecha, en este caso, es obvio que no valía), me saca una foto, no le gusta seguramente por la luz. Cambia de perspectiva, y me cambia con él. Me vuelve a colocar, toma otra fotito… así hasta cinco fotos, con diferente luz y diferente colocación, jejeje, el señor se ganó el cielo en los diez minutos que tardó en sacarme la foto.. y siempre con la sonrisa en la boca.. ¡Que grandes los chinos!

Ahora estoy aquí, en el bar del hotel, tomándome mi enésima cerveza Tsingtao (buenísima, muy parecida ala Especialmarroquí), comiéndome un arroz frito con champiñones y cerdo, recordando que ayer anduve porla GranMurallachina diez kilómetros, y que me impresionó tanto… tanto como hacía muchos años que no me impresionaba mucho… fue brutal! En el viaje conocí gente muy maja (ventajas de viajar solo, que enseguida hablas con cualquiera…) con los que he compartido hoy la visita al Palacio de Verano, que también es impresionante… un regalo del emperador a una de sus 3000 concubinas… Yo en mi pequeñez, no sé si quiero tener 3000 concubinas, o una sola que se merezca tan maña obra arquitectónica, o directamente quiero tener el palacio…. tendré que meditarlo esta noche de camino a Shangai.

Ahora me como mi arroz tranquilamente mientras me doy vergüenza a mí mismo por no haber sido capaz de comerme el pinchito moruno de escorpiones de la calle de las “guarradas” como lo llama mi amigo Carlos (al que estaré abrazando en Shangai en poquitas horas inchallah), y mientras pienso que si este es el país del sol naciente y lleva lloviendo dos tardes consecutivas, quiere decir que mi super suerte sigue funcionando…. Ofrezco servicios como “atraedor” de lluvias, ¿algún país con sequía? Ya sabes, me invitáis un viajecito y lo arreglo enseguida. : )

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